Los pueblos colonizadores: Fenicios y Griegos
Los Fenicios
Los fenicios llegaron a la Península Ibérica hacia el siglo VII a. C., atraídos por la riqueza minera. Procedían de la actual zona de Siria y Líbano. Era un pueblo de excelentes comerciantes y hábiles navegantes, que buscaba nuevos mercados y materias primas. Al principio sus llegadas eran esporádicas hasta que se fueron convirtiendo en largas estancias. Poco a poco se asentaron en la costa andaluza, donde crearon numerosos asentamientos. Algunas de sus colonias fueron Gadir (Cádiz), Malaka (Málaga), Sexi (Almuñecar), Abdera (Adra) y Ebusus (Ibiza). Se fueron expandiendo por toda la costa del sur de la península hasta el río Segura, y por el interior siguiendo el curso del río Guadalquivir.
Practicaban la escritura. Su alfabeto era sencillo y simple por eso se difundió con facilidad y de ahí se desarrolló un nuevo alfabeto que dió origen a lenguas como el arameo, griego, etrusco, y latino.
Los fenicios tenían vino, aceite, joyas, objetos elaborados en marfil, cerámica, vidrio, bronce o alabastro que intercambiaban por plata, oro, cobre y plomo.
Aportaron nuevas técnicas de metalistería, de alfarería, y de orfebrería, nuevas técnicas avanzadas de cultivo como la irrigación, técnicas de navegación y la construcción de barcos.
El ocaso de los fenicios se produce en el año 573 a.C. cuando la ciudad de Tiro cae en manos del rey de Babilonia, Nabucodonosor. Los cartagineses heredaron su cultura y se alzaron con el control del mediterráneo occidental, teniendo su base en la ciudad de Cartago, en el norte de África.
Los Griegos
Llegaron en el siglo VI a.C., procedentes de Grecia. Fundaron sus colonias por el este y sur de la península. Las más importantes fueron Sagunto (Valencia), Denia (Alicante), Emporion, Ampurias, Rhode y Rosas (Gerona).
Comenzaron a comercializar sus productos con los Tartesos. Ofrecían cerámica, objetos de bronce, de marfil, joyas, tejidos, vino, aceite, y herramientas de hierro, a cambio de metales, como el oro, estaño, plata y cobre, y de esclavos.
Debido a su próspero comercio con los tartessos, hacia el años 650 a.C., fundan la ciudad de Mainake, cerca de la actual Málaga. El comercio se va acrecentando debido al descenso de la influencia fenicia, tras caer la ciudad de Tiro en manos del rey de Babilonia.
El predominio griego en esta zona, apenas se prolongó durante medio siglo. Ya que fueron derrotados por la coalición formada por los cartagineses y los etruscos., en la batalla de Alalia, una colonia griega situada en Córcega.
A consecuencia de esta derrota, se forman dos áreas de influencia en el Mediterráneo. La ruta septentrional de la península Ibérica, queda a manos de los griegos y la meridional a manos de los cartagineses.
La hegemonía de los cartagineses es cada vez mayor, hasta su conflicto con los romanos, en el año 201 a.C. El fin de la presencia de los griegos en la Península Ibérica coincide con la victoria que consiguen los romanos sobre los cartagineses en la II Guerra Púnica.